Lo que Maquiavelo no Dijo

Los monumentos son levantados con piedras, pero sostenidos con palabras

Los monumentos son levantados con piedras, pero sostenidos con palabras
Derechos Humanos
Marzo 25, 2020 13:48 hrs.
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Beatriz Vargas Peláez › Líderes Políticos

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Lo que Maquiavelo no dijo…

Los monumentos son levantados con piedras, pero sostenidos con palabras

Por: Beatriz Adriana Vargas Peláez

¿Qué le duele a la gente que condena las pintas en monumentos históricos ubicados en paseo de la Reforma y otros puntos en la Ciudad de México cada vez que pasa la protesta feminista?, ¿exactamente qué están defendiendo? O acaso saben realmente lo que representa el Hemiciclo a Juárez, su valor arquitectónico e histórico.

La mayoría respondería como la youtuber La Mars, que tras abandonar la Preparatoria cobro notoriedad y en una entrevista con Adela Micha dijo que Benito Juárez era el señor de los billetes de 20 pesos y que su valor histórico no tenía trascendencia para ella.

Su respuesta volvió a encender las redes sociales y fue objeto de críticas acidas por su muestra de ignorancia impúdica; pero dijo la verdad, reflejó perfectamente cómo piensa la población joven de este país.

Poca es la población que valora el impulso que dio el ex Presidente oaxaqueño a la separación de Iglesia-Estado, la libertad de culto y el arrebato del control que tenía la Iglesia sobre el registro y demás procesos en relación con el nacimiento, el matrimonio y la muerte, con lo cual se otorgó también el derecho al divorcio.

Pese al desconocimiento de todo esto que le da valor a un monumento levantado a nombre de Benito Juárez, parte de la opinión pública protesta sin saber que defiende, pero si a quienes ataca.
Para explicar esto hay que diferenciar los conceptos entre violencia, actos vandálicos y protesta. La violencia se define como actos motivados por el odio en contra de algo o alguien en específico, que se ejerce frecuentemente con la única intención de hacer daño o menoscabar. El vandalismo por el contrario son actos que no albergan odio alguno para hacerlo, simplemente se hace sin mayor explicación como cuando la porra del América festeja en el Ángel de la Independencia en la Ciudad de México y hace pintas, destruye las jardineras y orina sobre el monumento solo por hacerlo.

En cambio, la protesta es un cumulo de inconformidades, rabia, ira y sentimientos de injusticia producto de constantes abusos y omisiones por parte de un Estado que históricamente ha ejercido en contra de una población, que, ante la impotencia de ver hecha la justicia social, un grupo de personas toma las calles y avenidas de una ciudad para hacer ver todos estos sentimientos, con apego a su derecho constitucional de manifestarse libremente.

En el caso de la protesta feminista, que se dio el pasado domingo 8 de marzo tanto en la Ciudad de México, como en Pachuca y otros puntos del país por ser Día Internacional de la Mujer, dejo detrás pintas y cristales rotos tanto en monumentos históricos como en algunas instituciones que sirvieron para dejar materializados todos esos sentimientos de impotencia, enojo, rebeldía y rabia que provocan tanta injusticia social en casos tan alarmantes como lo son el hecho de que diariamente se registren alrededor de 10 feminicidios.

La falta de justicia pronta y expedita contra la violencia que se ejerce diariamente en contra de niñas y mujeres a lo largo de siglos y por lo cual México ha sido calificado como el país más machista de acuerdo a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), es la principal causa de las protestas feministas.
Para las y los que se preocupan tanto por los monumentos, sólo hay que refrescar la memoria con el famoso muro de Berlín, que se edificó por motivos de rivalidades entre Estados Unidos y la Unión Soviética y que por casi 30 años (de 1961 a 1989) fue símbolo de división, ante lo cual su caída significó la conquista de la libertad, la tolerancia y la humanidad entre familias y vecinos en Alemania después de la Guerra Fría (1945-1991).

Hoy en día, el muro de Berlín es una galería de arte al aire libre llamado East Wall Gallery, que se traduce al español como "La galería del muro oriental". Tanto ese muro como los monumentos están hechos del mismo material, pero el significado y valor se lo da la gente.
Esa es la propuesta que algunas personas hicieron con el muro fronterizo entre México y Estados Unidos a fin de darle un significado que no sea el que el gobierno en turno le imponga a una sociedad.

Eso mismo pasó con la estatua de Vicente Fox y Sadam Husein, ambas derribadas, porque un buen día dejaron de significar algo importante o respetable para la gente.
La misma suerte corrieron las estatuas religiosas hechas de cera que adornan templos católicos en Chile, de donde fueron sacadas para ser quemadas y destruidas porque las y los chilenos las colocaron en su justa dimensión, pues ahora representa para esta sociedad símbolos de pederastia y de encubrimiento institucional religioso para proteger a violadores de niños y niñas.

Para darle matiz a este señalamiento vale la pena destacar que ocurrió cosa contraria con el incendio en la catedral de Notre-Dame en Paris, Francia en donde la reacción pública fue de apoyar en su reconstrucción por considerarla de valor arquitectónico, aunque siga representando a la embajada de la ’santa’ iglesia católica.

Y ya bajo estas observaciones valdría la pena preguntarle a la opinión pública que significa la estela de luz monumento conmemorativo de la Ciudad de México, construido con motivo de los festejos del Bicentenario de la Independencia Mexicana y del Centenario de la Revolución Mexicana. ¿Eso qué significa para las y los mexicanos?, a parte del millonario gasto que se desembolsó.
Si de algo debemos tener seguridad, es que después de la toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador como Presidente de la República el pasado primero de diciembre de 2018, los Pinos no volvieron a representar lo mismo para toda la población, pues su apertura de puertas de par en par significó lo que para los franceses fue la toma de la Bastilla; pero aún mejor, sin derramamiento de sangre, y cuya dimensión de este hecho fue un símbolo poderoso de la Cuarta Transformación.

En fin, pudiéramos pasarnos las horas revisando la historia y viendo como los monumentos adquieren valores diferentes dependiendo del significado que le otorgue la gente, ya sea para preservarlos o para derrumbarlos, porque como bien decía el poeta británico William Blake, los monumentos están hechos de piedra, pero son sostenidos por las palabras.
El movimiento feminista lucha por el día en que la vida de las niñas y mujeres sean de más valor que una estatua montando a caballo hecha de hierro, de la cual casi nadie sabe de quién se trata y que significa, pero que hay que defender porque es mejor que ver la gran deuda que tenemos con las víctimas de violencia machista.

El día que entre todos y todas digamos que la vida de un árbol es de más valor que los monumentos, ese día vamos a tener un bosque en su lugar. Y en vez de valorar más tener un hermosísimo hemiciclo a Juárez, vamos a preferir hacer valer las reformas a la Ley de corte liberal que él impulso para nuestro país.

Las protestas feministas pretenden llevar a la caída de muchos muros y monumentos que no significan nada, porque como bien gritamos, ¡no se van a caer, los vamos a tirar!

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