Poetas feministas


Fui crucificada, muerta y sepultada por mi familia y la sociedad.
Nací cien años antes que tú y sin embargo te veo igual a mí.
Soy Teresa Wilms Montt, y no soy apta para señoritas

Poetas feministas
Cultura
Marzo 08, 2021 13:53 hrs.
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Redacción Líderes Políticos › Líderes Políticos

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Teresa (María Teresa de las Mercedes Wilms Montt ) nació en Chile, 1893. ’Tabul ’fue su nombre artístico aplaudida por intelectuales de la vanguardia europea a inicios del siglo XX.

Rebelde a los valores burgueses de su sociedad, fue internada a la fuerza en un convento; sin embargo, con la ayuda del poeta Vicente Huidobro, huyó a Buenos Aires.

Publicó cinco libros: cuatro de prosa poética y uno de cuentos.
Representa a la mujer feminista y anarquista.


Teresa Wilms Montt

Teresa Wilms Montt

“Soy Teresa Wilms Montt… y aunque nací cien años antes que tú, mi vida no fue tan distinta a la tuya. Yo también tuve el privilegio de ser mujer. Es difícil ser mujer en este mundo. Tú lo sabes mejor que nadie. Viví intensamente cada respiro y cada instante de mi vida. Destilé mujer. Trataron de reprimirme, pero no pudieron conmigo.
Cuando me dieron la espalda, yo di la cara.
Cuando me dejaron sola, di compañía.
Cuando quisieron matarme, di vida.
Cuando quisieron encerrarme, busqué libertad.
Cuando me amaban sin amor, yo di más amor.
Cuando trataron de callarme, grité.
Cuando me golpearon, contesté.
Fui crucificada, muerta y sepultada por mi familia y la sociedad.
Nací cien años antes que tú y sin embargo te veo igual a mí.
Soy Teresa Wilms Montt, y no soy apta para señoritas.


Alfonsina Storni

Alfonsina Storni

Alfonsina Storni poeta más relevante de la historia postmodernista, nacionalizada Argentina, aunque nacida en Suiza, 1892, dedicó su existencia a luchar contra las desventajas y discriminaciones de las mujeres con una prolífica obra como escritora y también como periodista.

Tú me quieres blanca, de Alfonsina Storni
Tú me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada .

Ni un rayo de luna
filtrado me haya.
Ni una margarita
se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
tú me quieres blanca,
tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas
las copas a mano,
de frutos y mieles
los labios morados.
Tú que en el banquete
cubierto de pámpanos
dejaste las carnes
festejando a Baco.
Tú que en los jardines
negros del Engaño
vestido de rojo
corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto
conservas intacto
no sé todavía
por cuáles milagros,
me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡me pretendes alba!

Huye hacia los bosques,
vete a la montaña;
límpiate la boca;
vive en las cabañas;
toca con las manos
la tierra mojada;
alimenta el cuerpo
con raíz amarga;
bebe de las rocas;
duerme sobre escarcha;
renueva tejidos
con salitre y agua:

Habla con los pájaros
y lévate al alba.
Y cuando las carnes
te sean tornadas,
y cuando hayas puesto
en ellas el alma
que por las alcobas
se quedó enredada,
entonces, buen hombre,
preténdeme blanca,
preténdeme nívea,
preténdeme casta.


Rosario Castellanos

Rosario Castellanos

Rosario Castellanos fue una escritora, periodista y diplomática mexicana, en 1925, considerada una de las literatas mexicanas más importantes del siglo XX, representa a la mujer intelectual y perseverante.

Yo soy una señora: tratamiento
arduo de conseguir, en mi caso, y más útil
para alternar con los demás que un título
extendido a mi nombre en cualquier academia.

Así, pues, luzco mi trofeo y repito:
yo soy una señora. Gorda o flaca
según las posiciones de los astros,
los ciclos glandulares
y otros fenómenos que no comprendo.

Rubia, si elijo una peluca rubia.
O morena, según la alternativa.
(En realidad, mi pelo encanece, encanece.)

Soy más o menos fea. Eso depende mucho
de la mano que aplica el maquillaje.

Mi apariencia ha cambiado a lo largo del tiempo
—aunque no tanto como dice Weininger
que cambia la apariencia del genio—. Soy mediocre.
Lo cual, por una parte, me exime de enemigos
y, por la otra, me da la devoción
de algún admirador y la amistad
de esos hombres que hablan por teléfono
y envían largas cartas de felicitación.
Que beben lentamente whisky sobre las rocas
y charlan de política y de literatura.

Amigas... hmmm... a veces, raras veces
y en muy pequeñas dosis.
En general, rehuyo los espejos.
Me dirían lo de siempre: que me visto muy mal
y que hago el ridículo
cuando pretendo coquetear con alguien.

Soy madre de Gabriel: ya usted sabe, ese niño
que un día se erigirá en juez inapelable
y que acaso, además, ejerza de verdugo.
Mientras tanto lo amo.

Escribo. Este poema. Y otros. Y otros.
Hablo desde una cátedra.
Colaboro en revistas de mi especialidad
y un día a la semana publico en un periódico.

Vivo enfrente del Bosque. Pero casi
nunca vuelvo los ojos para mirarlo. Y nunca
atravieso la calle que me separa de él
y paseo y respiro y acaricio
la corteza rugosa de los árboles.

Sé que es obligatorio escuchar música
pero la eludo con frecuencia. Sé
que es bueno ver pintura
pero no voy jamás a las exposiciones
ni al estreno teatral ni al cine-club.

Prefiero estar aquí, como ahora, leyendo
y, si apago la luz, pensando un rato
en musarañas y otros menesteres.

Sufro más bien por hábito, por herencia, por no
diferenciarme más de mis congéneres
que por causas concretas.

Sería feliz si yo supiera cómo.
Es decir, si me hubieran enseñado los gestos,
los parlamentos, las decoraciones.
En cambio me enseñaron a llorar. Pero el llanto
es en mí un mecanismo descompuesto
y no lloro en la cámara mortuoria
ni en la ocasión sublime ni frente a la catástrofe.
Lloro cuando se quema el arroz o cuando pierdo
el último recibo del impuesto predial.


Magda Bello

Magda Bello

Magda Bello, nació en Masaya, Nicaragua, 1976. Escritora, teóloga y poeta nicaragüense, acreedora del prestigioso Premio Internacional de Poesía Rubén Darío, 2018, renovando así la crónica y el testimonio en poesía. Ha publicado cientos de poemas de todos los géneros y estilos literarios, como también novelas y ensayos.
Representa a la mujer vanguardista del siglo XXI.

SOY ASÍ

Me turba el universo de neuronas,
mi poesía es código del silencio.
No ansío ser bóveda de tu sermón
ni aurora boreal de guerreras walkirias
o sonrisa que corte mis abrojos.
Sin mito ni ovación,
si ves mi puerta sellada,
cartas dispersas, versos confusos;
no reproches mi porte luctuoso.
Soy así.

(Magda Bello, 2016 )

Mujeres penconas
(pareados de versos dodecasílabos -6+6- )

Mujeres penconas cortando algodón
y del río Coco lavando un faldón,
van moliendo a mano atol de maíz
con caites recorren trochas del país.

¡Cajeta de leche y de zapoyol!
¡Masa de cacao y llevo pozol!
–pregona la moza con voz matinal.
¡Atol de pujagua servido en huacal!

Gritan los zanates del cañaveral,
la joven madruga, peina su charral,
de jüida con Juan del Camino
gozosa acarrea agua a su molino.

Enagua bordada del guardabarranco,
trencilla de rojo y güipil de blanco;
mujeres penconas cortando café
desde las Segovias hasta San José.
Magda Bello, 2017


NO tengo voz más que mis versos,
mi fuerte barricada de papel,
pasión enclaustrada y muros de elegías.
No divulguen los cuervos mi genio
ni mariposas esparzan mi polen,
no tengo voz más que mis versos
y la centena de cartas a los pocos que amé.

Magda Bello, 2016

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